VALUACIÓN DE ACTIVOS INCORPÓREOS

VALUACIÓN DE ACTIVOS INCORPÓREOS

 

Por Julio E. Torres Coto M. (*)

7. Caso práctico

Dicho esto conviene pasar de la teoría muy general, a la aplicación concreta.

Consideramos en este caso la posibilidad de valuación activos inmateriales que puede darse en el medio mexicano generalizado. En el medio mexicano en que se mueve el valuador promedio.

Los activos de esta naturaleza para cuya valuación es viable que sea llamado cualquiera de nosotros hoy serían del tipo de: a) costos de investigación y desarrollo; b) concesiones, patentes, licencias, copyrights, derechos de autor, marcas de fábrica y otros similares; c) reputación, favor público, fondo de comercio (goodwill) y pagos a cuenta de activos incorpóreos.

En términos generales se trata de bienes o activos cuya característica común es que no tienen cuerpo ni forma física. Si bien algunos de ellos pueden entenderse como resultado de un proceso que los llevó a fruición, en el cual se invirtió dinero, posiblemente material y mano de obra y definitivamente ingenio y creatividad, resulta en cierta forma difícil imaginar que ese mismo proceso se susceptible de repetición con igual resultado, es decir, reproducible. Es imposible desconocer la existencia de innumerables factores aleatorios en cualquier proceso creativo – o de inspiración – que pueden llevarlo al éxito o al más rotundo fracaso.

Para aplicar en nuestro país algunos de los procedimientos de uso general o universal se presentan, además, complicaciones de índole estructura. Hoy no se puede hablar de “un mercado activo” para este tipo de bienes. Si un “nombre comercial” o una “marca de fábrica” e incluso una patente, cambia de manos en México, lo más probable es que sea en virtud de que la empresa que lo lleva o la que detenta los derechos sobre él o ella, cambió de dueño. Así ha sucedido con nombres como “Herdez”, “Clemente Jaques y Cia.”, “Tía Rosa” y los mexicanísimos “Jarritos”. Nadie compró las marcas, sino las empresas.

En igual forma, la contabilidad usual de las entidades mercantiles de este país pocas veces discrimina con claridad el costo, por una parte y por la otra la productividad que para ella implican los activos intangibles de manera global y menos aún en forma discreta. Esto desde luego es tanto más cierto conforme menor es la empresa. Y también es cierto que cuanto menor es la empresa mayor suele ser el impacto que sobre el valor global llegan a tener algunos de los activos incorpóreos. Considérese el caso de algunas empresas constructoras en donde el principal activo es el nombre del socio fundador o, de hecho, el propio socio fundador.

Es él o su nombre y prestigio quien o lo que, logra que fluyan a la entidad los contratos que la hacen fuerte y le generan utilidades y riqueza. Cosa similar sucede en muchos despachos o empresas de servicios profesionales. ¿Qué sería del despacho Burgoa y Asociados, sin el Maestro Burgoa? O, dicho en otras palabras, ¿cuánto vale para esa empresa “Ignacio Burgoa? ¿Aparece ese concepto o partida en los libros? Lo más probable es que no. Pero de que representa un componente importante del valor de la entidad, no cabe duda alguna.

En estas circunstancias, que son las que en la práctica enfrenta el profesional mexicano de la valuación de empresas y de los activos inmateriales de las mismas, ¿cómo conciliar la teoría con la praxis?

Si en general estamos tratando con “bienes” cuyo costo de producción es difícilmente cuantificable y muy posiblemente no reproducible, por una parte y si, por la otra, no es viable obtener información confiable y comprobable sobre bienes comparables que hayan sido efectivamente comercializados en un mercado más o menos abierto y transparente, resulta poco o nada recomendable la aplicación de métodos de valuación que sigan los enfoques de mercado o de costo. Existe, para nuestra tranquilidad, con fuerte fundamente teórico y técnico, el enfoque de ingresos que permite estimar el valor de este tipo de activos atendiendo al valor presente de los beneficios previstos o anticipados que habría de generar el activo en cuestión para la empresa que detenta derechos sobre él. Los dos métodos más comunes en la aplicación de este enfoque son el de capitalización del ingreso y el de flujo de caja descontado.

Pensemos, para concretar, en el caso de valuación de la marca o nombre comercial de una entidad mercantil cualquiera.

El primer paso que se debe dar es determinar el ingreso o beneficio que la marca o nombre comercial genera a la empresa o al producto, discriminando éste, que podríamos llamar un súperbeneficio, de los demás ingresos que genera el producto, incluida la utilidad normal. Esta separación es necesaria, pues solamente resulta capitalizable para efecto de determinar el valor de la marca o nombre, el ingreso adicional generado por ella.

En otras palabras, se debe llegar a definir el valor actual de las ganancias derivadas únicamente del uso del elemento incorpóreo.

El ingreso o beneficios esperados se convierten en valor usando cálculos que consideren el crecimiento esperado y la oportunidad de tales ganancias o beneficios, el riesgo asociado con el flujo de beneficios y el valor del dinero en el tiempo. Esto es, se capitalizan.

Como la propiedad sobre la marca o nombre comercial no se extingue ni disminuye con el tiempo, la capitalización resulta sencilla, toda vez que se trata de capitalización a perpetuidad.

El problema, sin embargo estriba en la definición de la tasa aplicable.

Para aplicar este procedimiento es necesario que el valuador consiga y procese la siguiente información:

1. la probable vida futura del elemento incorpóreo

2. el rendimiento medio anual previsto y,

3. la tasa justa de rendimiento.

Este es el método más aceptado en la comunidad mundial de la valuación para determinar el valor de activos inmateriales como contratos, favor público  (goodwill), secretos comerciales o industriales, marcas y otros similares.

Atendiendo al caso práctico que nos ocupa, se sugiere la aplicación del siguiente procedimiento, que se basa en la capitalización del ingreso que corresponde a las ganancias derivadas únicamente del uso del elemento incorpóreo en estudio.

Una expresión matemática que expresa la relación es:

 

VAi = [ Bam – in Ii ] · n ………… (1)

En donde:

VAi       = Valor del activo en estudio

Bam     = Beneficios anuales medios (de años anteriores)

i           = tasa de rendimiento justa

Ii          = inversión en las instalaciones

n         = número de años a lo largo de los cuales se considera debe reflejarse el estudio.

Esta expresión permite la valuación de un activo inmaterial con base en lo que su tenencia, propiedad o derecho de uso representa para los ingresos de la empresa (única razón de valor para cualquier activo) y se fundamenta en la determinación o cálculo de la proporción de los beneficios medios de la empresa que puede atribuirse a la posesión del activo en estudio.

Si partimos de las razones por las que una empresa cualquiera es capaz de registrar en conjunto rendimiento positivo, encontramos que esto se debe a todos sus elementos constitutivos:

a)           instalaciones físicas,

b)           administración,

c)           procedimientos,

d)           capital,

e)           fuerza de trabajo,

f)            derechos sobre patentes, marcas, etc.

Con la debida organización esta empresa produce y acredita sus productos en el mercado. Habiendo satisfecho las expectativas de sus clientes logra que estos repitan sus adquisiciones. Este conjunto de demanda da por resultado beneficios para la empresa. Sus propietarios, que han organizado el negocio e invertido su dinero en él, esperan recibir tales beneficios. Esto es, confían o esperan que cada máquina y cada operario, ejecutivo y funcionario rindan lo suyo y que todo esto produzca una utilidad justa sobre el capital que está empleando la empresa. Además confían en que se les resarcirá por el dinero o ingresos que no se tuvieron (o perdieron) durante los días o años de puesta en marcha del negocio.

En su investigación el Valuador encontrará, sin lugar a dudas, que los beneficios netos que genera el negocio por sobre lo que se entiende para todo ese sector industrial un rendimiento justo o los beneficios netos por encima de un interés justo, corresponden al rendimiento que cabe atribuir a los bienes incorpóreos que, siendo parte de la inversión en la empresa, se están valuando.

Es necesario que se discrimine claramente en la valuación la contribución del activo particular de que se trata, separándola de la que puedan hacer o haber hecho otros.

Para determinar esta contribución se sugiere el empleo de la siguiente expresión:

RAn = AAm – i · le – RAni………………. (2)

En donde:

RAn      = rendimiento anual atribuido al activo que se valúa

RAm     = rendimiento anual medio de la empresa

i           = tasa de rendimiento justa

Ie         = inversión en la empresa

RAni = rendimiento anual neto atribuible a otros activos incorpóreos determinados.

Explicando:

La inversión en la empresa equivale a la suma del costo correcto ajustado por depreciación de los activos materiales o activos físicos en capital fijo, el capital activo, la organización, financiación, el valor activo y todos los activos incorpóreos adquiridos mediante inversión.

Los otros activos incorpóreos determinados son aquellos para los que puede estimarse un rendimiento anual específico. Incluiríamos aquí contratos, patentes activas, secretos industriales, etc.

Problema aparte plantea la definición o determinación del rendimiento anual.

Dependiendo de la industria o sector industrial del que se trate este puede tomarse como el promedio de los últimos tres (3) a cinco (5) años de rendimientos pasados y actuales. Los números correspondientes deberán corregirse siempre por variación en la capacidad adquisitiva de la moneda (inflación), para trabajar con cifras congruentes.

La tasa justa de rendimiento es la que corresponde a la industria o sector industrial. Se toma, cuando hay información aceptable y accesible, del mercado.

Podemos resumir el procedimiento de cálculo en los siguientes pasos:

1. Estimar el costo, ajustado por depreciación de los bienes físicos de la empresa.

Agregar el costo justo de los activos incorpóreos como organización, financiamiento, y el valor activo.

2. Estimar el rendimiento medio del conjunto de la empresa tomando como base el promedio de tres (3) a cinco (5) años de operaciones normales anteriores y actuales. Ajustados por inflación.

3. Determinar el exceso de rendimiento que cabe atribuir a la posesión del activo incorpóreo que se estudia, aplicando la fórmula 2.

4. Estimar una tasa de capitalización adecuada para emplearla en la valuación del activo de que se trata (en este caso marca o nombre comercial), considerando los riesgos que pueden resultar de la confianza o creencia en la indefinida prolongación de los rendimientos en exceso o superbeneficios.

5. Capitalizar los rendimientos atribuidos al activo de acuerdo con esa tasa.

También se puede seguir:

4ª) estimar el número de años que se presume continuarán los superbeneficios.

5ª) calcular el valor actualizado de estos rendimientos o beneficios a una tasa apropiada.

Por su extensión, el presente artículo sigue en la próxima página de este blog.

MANUAL DE PROCEDIMIENTOS PARA AVALÚOS ADMINISTRATIVOS- SAN JOSE- COSTA RICA-NOVIEMBRE 1996

(*) JULIO ERNESTO TORRES COTO MAZIER-UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO, Facultad de Ingeniería Ingeniero Civil (1953-1959); UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO, Facultad de Ingeniería, División del Doctorado; Estudios de la Maestría en Hidráulica (1961); MASSACHUSETS INSTITUTE OF TECHNOLOGY Curso sobre vivienda de bajo costo (1970); UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA, Facultad de Economía Especialidad en Valuación (1992-1993); Título: Ingeniero Civil, Especialidad: Valuación. REPRESENTANTE DE MÉXICO EN: INTERNATIONAL VALUATION STANDARDS COMMITTEE (1992-1997). INTEGRANTE DE LA JUNTA DIRECTIVA DEL IVSC 1997-2001. INTEGRANDO DE LA JUNTA DE NORMALIZACIÓN DEL IVSC 2002-2008. INTEGRANTE DE LA JUNTA PROFESIONAL DEL IVSC 2008 – A LA FECHA. PAN PACIFIC CONGRESS OF REAL ESTATE VALUERS, APPRAISERS AND COUNSELLORS (1992, 1994, 1996). COMITÉ DE NORMAS DE LA A.N.I.M.V., A. C. PRESIDENTE DEL COMITÉ, COAUTOR DE LAS NORMAS PROFESIONALES DE VALUACIÓN Y DEL CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL

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Mart. Púb. Miguel Ángel ANTOÑANA – “TasA” Tasaciones ANTOÑANA

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